NUEVA YORK (AP) — Las prohibiciones y solicitudes de prohibir libros siguen batiendo récords, según indicó la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos (ALA, por sus siglas en inglés). Y esos esfuerzos afectan ahora tanto a bibliotecas públicas como a las escolares.
En los ocho primeros meses de 2023, la ALA registró 695 impugnaciones de material y servicios de lectura, en comparación con las 681 del mismo periodo del año anterior, así como un incremento del 20% en el número de “títulos únicos” implicados, a un total 1.815.
Hasta ahora, las bibliotecas escolares eran el principal objetivo de esas quejas, pero en 2023 los reportes se dividieron casi por igual entre escuelas y bibliotecas abiertas al público general, señaló la ALA el miércoles.
“La ironía es que algunos censores dijeron que los que no quisieran que esos libros se sacaran de las escuelas podían ir simplemente a las bibliotecas públicas”, indicó Deborah Caldwell-Stone, que dirige la Oficina de Libertad Intelectual del grupo.
La ALA define una impugnación como una “queja formal por escrito presentada a una biblioteca o escuela solicitando que se retire material debido a su contenido o a si es apropiado”.
En 2019, el último año antes de la pandemia, la asociación registró apenas 377 impugnaciones que afectaban a 566 títulos. Las cifras cayeron en 2020, cuando muchas bibliotecas estaban cerradas, pero han repuntado desde entonces a la cifra más alta en los más de 20 años de historia de los que la organización tiene datos. Como los totales se basan en reportes en medios e informes enviados por bibliotecarios, la ALA considera sus cifras como orientativos, ya que muchos incidentes quedan sin registrar.
Las quejas, que continúan con la tendencia de los dos últimos años, van cada vez más dirigidas contra varios libros. En 2023, la ALA registró impugnaciones de 100 obras o más en 11 estados, en comparación con las seis del año anterior y ninguna en 2021. Las quejas contra un gran número de títulos a menudo proceden de organizaciones conservadoras como Moms for Liberty, que ha organizado campañas para prohibir libros a nivel nacional y reclama más control de los padres sobre los libros a los que tienen acceso los niños.
“Antes había más o menos una tasa de 1-1, en la que un padre se quejaba por un libro concreto, como en los tiempos en los que muchos tenían objeciones hacia Harry Potter”, explicó Caldwell-Stone. “Ahora hay gente que se presenta a las reuniones y pide retirar 100 títulos”.
La ALA publicó sus datos antes de su semana anual de los libros prohibidos, del 1 al 7 de octubre y en la que las bibliotecas destacan obras que han recibido quejas. La asociación publicó este año su lista anual de los 10 libros más impugnados en 2022, muchos de los cuales contenían temas raciales y/o LGBTQ.
“Gender Queer”, de Maia Kobabe, lideraba la lista, seguido por “All Boys Aren’t Blue”, de George Johnson, y “The Bluest Eye”, de la premio nobel Toni Morrison.
Los ataques contra maestros y bibliotecarios también han continuado en 2023.
En la escuela secundaria Chapin de Carolina del Sur, algunos alumnos dijeron que una maestra les había hecho sentir “avergonzados de ser caucásicos” al encargarles leer “Between the World and Me”, una carta abierta del escritor Ta-Nehisi Coates a su hijo sobre la violencia policial contra personas negras, y que ganó el Premio Nacional del Libro en 2015. La escuela retiró el libro de su currículo.
En Fort Royal, Virginia, la junta de supervisores del condado tenía previsto reducir de forma drástica el financiamiento a la Biblioteca Pública Samuels tras quejas conservadoras sobre libros con personajes homosexuales y transgénero. La gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, refrendó una ley que pide la retirada de libros que describan actos sexuales de las bibliotecas escolares.
Algunos ataques han afectado a la propia asociación de bibliotecas. La oposición de la ALA a los vetos ha hecho que algunas comunidades retiren su membresía en el grupo, como el condado Campbell de Wyoming y una biblioteca local de Midland, Texas. Las autoridades de Missouri anunciaron que el estado abandonaría la ALA en un momento en el que leyes recientes limitaban el acceso de los jóvenes a libros considerados inapropiados para su edad.
“Creo que esta tendencia va a continuar”, dijo Caldwell-Stone. “Al menos mientras estos grupos quieran perseguir categorías enteras de libros”.